¡GOL 500 DE MESSI!
- Sebastian Cifuentes - Camilo Castro
- 17 abr 2016
- 2 Min. de lectura
Ni tras un eslalon, ni de falta, ni de cabeza, ni desde el balcón del área… Ni nada de nada. Parecía estar gafado Messi, un superdotado del gol, que sufría todo un tormento sobre el césped porque sumaba cinco encuentros sin ver la portería rival y ante el Valencia persistía en su mala puntería al desaprovechar tres ocasiones claras que desde el Camp Nou se festejaron antes de tiempo. Hasta que dijo basta y al fin hizo la diana, su gol 500, que celebró más con rabia y prisas que otra cosa porque el Valencia vencía… Y venció.
Participó del juego Messi con ganas —sobre todo en ataque porque para la fase defensiva contaba con el sobreesfuerzo de Rakitic—, pero no acertaba con el pase definitivo y menos con el remate. Quizá fue un aviso su primer cambio de orientación, de lado a lado para la carrera de Neymar, que se marchó fuera. O ese chut poco después a centro de Luis Suárez, justo enfrente de Diego Alves. Le dio como vino y el esférico no cogió otra dirección que las manoplas del portero. El argentino se echó la mano a la cara. Y parecía hacer lo mismo cuando Siqueira, su pareja de baile, corría por el costado como un carrilero. No le siguió en ninguna ocasión y al final Siqueira se llevó el premio. Llegó desde atrás, pisó área, recibió el pase interior y sacó un centro que desvió el exigido Rakitic para descolocar a Bravo y desencajar al Barça menos a Piqué, que gritaba animando a un equipo que andaba con la cabeza gacha para recolocar el balón. Messi, también se miraba las botas.
Una cifra estratosférica firmada tras 520 partidos con el Barça (450 tantos) y 107 con Argentina (50)
Pero no dejó de intentarlo el 10, que siguió pidiendo el esférico y el protagonismo. Así, en la contra de las contras (de Bravo a Neymar y de ahí a Leo), chutó desde fuera del área con el interior y al primer palo. Enmudeció el Camp Nou a la espera de la resolución, del vuelo envenenado del balón; y se lamentó después, desviado el esférico de nuevo por un Alves plástico y espléndido. Era la noche del portero y la desgracia de Leo, que disfrutó de otra ocasión pintada tras romper desde atrás y rematar ante el portero, picadita y a los pies.

Comments