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Indultado un bravísimo ‘victorino’

  • Camilo Castro-Sebastian Cifuentes
  • 12 abr 2016
  • 1 Min. de lectura

Los pocos aficionados que han acudido a la Maestranza se llevaron la alegría de su vida, que ya era hora, por otra parte, después de tantas tardes de penuria. Asistir en directo al indulto de un toro sensacional, bravo en los tres tercios, encastado y noble, un animal cuajado de virtudes, es una experiencia que queda para siempre en el corazón; un episodio histórico que reconcilia con la tauromaquia, reconforta el sacrificado ánimo y compensa de tanto aburrimiento y desesperación.

Se palpaba la felicidad en los tendidos cuando Cobradiezmos, de pelo cárdeno, nacido en diciembre de 2011, número 37, de 562 kilos de peso, perseguía incansable la muleta, arrastrando el hocico por el albero; pronto surgieron los primeros pañuelos en solicitud de un indulto, e, instantes, después, la plaza era un auténtico clamor porque se había hecho presente el toro auténtico, el toro bravo.


 
 
 

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